Aceites esenciales

Los antiguos alquimistas los llamaban “alma de las plantas”, debido a que contienen numerosos compuestos químicos naturales, procedentes de la planta de la que se extraen, ya sea de sus hojas, tallo, frutos, raíz, corteza, savia, flores o semillas. Están ligados a la vitalidad y belleza de las plantas aromáticas, con fines terapéuticos, tanto a nivel físico como emocional.

Cada aceite esencial contiene las propiedades específicas de la planta de la que se obtiene, son antibióticos, antisépticos, regeneradores celulares, inmunoestimuladores, antivíricos, antiinflamatorios, estimuladores de la circulación sanguínea y linfática, relajantes y depurativos, es decir, sus beneficios incorporan las propiedades regenerativas, protectoras y de defensa inmunológica de las plantas, y su uso en la terapia de los aromas, ayuda no sólo al proceso curativo físico, sino que actúa sobre las emociones, mente y espíritu, impactando el desequilibrio energético o vibracional.

Los aceites esenciales son sustancias líquidas, aromáticas y volátiles situadas en diferentes parte del vegetal, conformados por un grupo heterogéneo de sustancias orgánicas como alcoholes, aldehídos, ésteres, cetonas; las que son extraídas generalmente por arrastre de vapor.

Una de las características más seductora de los aceites esenciales, es la capacidad de evocar recuerdos, ambientes, lugares, adentrándonos en un viaje sensorial a cualquier rincón del mundo, representados en las amieladas rosas de Damasco de Bulgaria y Turquía, la relajante lavanda francesa de Provenza, el incienso y la mirra del Medio Oriente, el pachuli y vetiver de Indonesia, el estimulante sándalo hindú, el excitante ylang ylan de India, Java y Filipinas, el exquisito nerolí del Mediterráneo, así como los exóticos aromas de Sudamérica.

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